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Ventura Rodríguez: el neoclasicismo en la Catedral de Almería.

La historia del arte en España está jalonada de numerosos nombres de artistas que, lejos de permanecer focalizados en un solo lugar, antes bien han dejado muestras de sus grandes obras por toda la geografía nacional. Es el caso de un autor particularmente vinculado a nuestro primer templo almeriense, Buenaventura Rodríguez Tizón (1717-1785), más conocido como Ventura Rodríguez, arquitecto neoclásico y autor del diseño del Tabernáculo que centra la Capilla Mayor y también del trascoro, elementos dieciochescos de notable clasicismo que timbran la trayectoria de autores anteriores que ejecutaron la fábrica catedralicia en el siglo XVI, como Juan de Orea.

Con estas breves anotaciones no es nuestra intención centrarnos en un comentario exhaustivo de las particularidades de ambos elementos citados –de los que se dispone en esta web de apartados específicos para consulta- sino conocer un poco más de cerca la trayectoria de Ventura Rodríguez que, incardinado en su Madrid natal donde supervisó la hechura de las conocidas fuentes de La Cibeles y Neptuno, no cesó durante su existencia de acometer proyectos como los de la Catedral de Almería, felizmente ejecutados por escultores de primer orden (no olvidemos que Rodríguez era arquitecto, diseñaba pero no materializaba sus proyectos escultóricos).

Sus primeras nociones las recibió de su padre, don Antonio Rodríguez, profesor de arquitectura oriundo de la localidad madrileña de Ciempozuelos. En su juventud, por medio de unos trabajos sencillos (croquis), el joven Ventura llamó la atención del gran maestro Filippo Juvara, encargado con la llegada de la dinastía de los Borbones de las obras del nuevo Palacio Real de Madrid. Pronto se granjeó afecto y ocupó el cargo de delineante para el maestro a pesar de no tener una profunda formación en Italia –centro por entonces de acreditados estudios arquitectónicos- suplida en gran medida con el minucioso análisis de estampas y grabados de las obras de Bernini y Borromini, evolucionando de esta forma desde un barroco tardío (tan propio de la España del XVIII) hacia las formas puristas de Herrera que desembocarán en un genuino neoclasicismo acentuado con la llegada de Sacchetti a Madrid a la muerte de Juvara, alcanzando Ventura Rodríguez el cénit de su carrera profesional bajo el breve reinado de Fernando VI con el encargo por parte del monarca de la ejecución y dirección de las obras de la Capilla del Palacio Real. El año de 1752 fue clave en la vida del artista al ser nombrado director de arquitectura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, una institución protegida y potenciada por la Casa Real.

La actividad de Ventura se verá acrecentada durante estos años con multitud de proyectos (como el tabernáculo y el trascoro catedralicio de la Catedral de Almería, trabajos para la Basílica del Pilar y la Catedral de Cuenca…y hasta en la catedral primada de Toledo) y numerosas obras de reforma urbanística de la capital española (monasterio de la Encarnación, Iglesia de San Marcos, decoración interior de la Colegiata de San Isidro…) impulsadas por los monarcas de la Ilustración, aunque, la muerte de Fernando VI disminuyera su influencia en pro de Sabatini, nuevo arquitecto real por designación del rey Carlos III, que lo trajo consigo desde sus territorios napolitanos. A pesar de ello, Ventura tuvo una responsabilidad relevante como arquitecto del reino y maestro mayor de la villa de Madrid, al tener que supervisar, por mandato del Consejo de Castilla, gran cantidad de proyectos de reforma y edificación por toda la geografía española, extendiéndose de esta manera el neoclasicismo por España recuperando las formas clásicas grecolatinas y la sustitución de la madera por la piedra en numerosas construcciones –ya fueran religiosas o profanas- , elemento de más fácil acceso, durabilidad y sostenibilidad ya que según los neoclásicos dotaba a los espacios interiores de una mayor vistosidad y monumentalidad.

La imposibilidad de recuperar el favor regio debido al auge de Sabatini y la muerte de su esposa en 1776 sumieron al maestro en una profunda depresión, pese a lo cual continuó trabajando en obras de ingeniería civil como el Palacio de Almanzora y el acueducto navarro de Noáin; y también religiosas como la fachada de la Catedral de Pamplona –para lo que hubo que derruir la primitiva portada románica, con la consecuente desaprobación de vecinos y autoridades de la ciudad-. Su discípulo Juan Antonio Munar, acometió la remodelación del claustro de la Catedral de Almería otorgándole su aspecto clasicista actual durante su presencia en Almería a finales del XVIII y principios del XIX, del que hablaremos en un futuro artículo.

Murió Ventura Rodríguez en Madrid en agosto de 1785, recibiendo sepultura en una capilla de la Iglesia de San Sebastián, llamada de Nuestra Señora de Belén o de los arquitectos, por encontrarse en ella igualmente los restos mortales de otro celebérrimo del neoclasicismo español: Juan de Villanueva, autor de la fachada del Museo del Prado.

Portada: Ventura Rodríguez, retratado por Francisco de Goya en 1784.

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